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miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Autopublicados? No, gracias.


No sigo muchos, pero los que habitualmente leo son interesantes y me aportan valiosas enseñanzas. Me refiero a los blogs que escriben otros. Antes leía los de contenido socio-político-económico pero eran tan aburridos y tan repetitivos que, por higiene mental, dejé de seguirlos. Leo también algunos que tienen que ver con las ciencias pero para profundizar en esas informaciones acudo directamente a las fuentes donde se publican, es decir, a las revistas científicas.

En los últimos días, la mayoría de los blogs amigos han registrado entradas casi clónicas, unos de otros. El tema recidivante ha sido el presente y futuro del autor obligado a autopublicarse y autopromocionarse frente a la inacción (¿por miedo paralizante?) de las editoriales convencionales y de los agentes literarios que ya ni siquiera leen los originales que reciben, para no perder el tiempo, pero que, no obstante, miran con recelo creciente el futuro de sus negocios.


Mercedes Pinto, María José Moreno, Eduardo Perellón, Francisco Gijón, Blanca Miosi, Mayte F. Uceda, por tan sólo citar algunos, han atacado desde sus trincheras blogueras este interesante asunto reflejando cada uno de ellos opiniones convergentes con los demás. El corolario común de todos esos posts apunta en la misma dirección y si ése es el criterio general tendrá, por fuerza, que ser verdad. Las tendencias estadísticas suelen contener verdades incontestables.

En síntesis, ellos señalan cambios radicales en el negocio editorial tradicional que para los que estamos inmersos en estos mundillos de la autoedición (algunos también fuimos víctimas del otro) comprobamos día a día en nuestras propias carnes. El camino de la autoedición no es fácil, a veces tedioso y en ocasiones decepcionante pero, desde luego, no llega a tener tantos baches ni tantas espinas como el otro.

De todos modos, el advenimiento de estas nuevas vías de autoedición, autopublicación y autopromoción está generando numerosas interrogantes que sólo podrán ser desveladas conforme los acontecimientos se vayan desarrollando. Aventurar que el libro en papel desaparecerá como desapareció el télex o las locomotoras de vapor me parece una ligereza poco reflexiva; es como si llegásemos a decir que habría que ir pensando en reciclar el museo de El Prado porque todos sus fondos pictóricos caben en la memoria de un tablet.

Personalmente, creo que todo se autorregulará de un modo natural, como suele pasar con casi todos los excesos. Los que vivimos las primeras elecciones democráticas que hubo en este país tras la extinción natural de la dictadura, recordamos con sorna, ahora que ya pasó el tiempo, los más de trescientos partidos políticos que brotaron como setas de la noche a la mañana con la malsana intención de tan sólo medrar. Aquel galimatías de siglas imposibles y personajillos irrelevantes se resolvió por la vía de la razón y al día de hoy, de aquellos nadie se acuerda y de los pocos que quedaron, sobran casi todos.

Pues bien, salvando las distancias entre la cultura y el mangoneo, creo que el actual asilvestramiento de la autoedición, de la que amazon es el paradigma de referencia, también acabará por autorregularse. No será ni hoy ni mañana, pero tampoco tardará demasiado. Digo esto, porque hay que tener mucha fe y sobre todo mucha paciencia para persistir en el convencimiento de autoconsiderarse escritor y comprobar, día tras día, que tu “maravillosa” obra digital permanece olvidada en los miles de anaqueles virtuales de las nuevas librerías on line, sin que ni siquiera tus familiares, amigos y conocidos te hagan la caridad de una mísera descarga. Es lógico que entre estos autores (aquí no se libra nadie) cunda el desánimo crónico, lo que les (nos) invitará de un modo, también natural, a abandonar el empeño. Con esa selección natural por autodepredación,  la autoedición digital entrará en una nueva dimensión donde, tanto escritores pero sobre todo lectores, tendrán su vía de referencia mucho más clarificada.



Y pensando un poco más allá, habré de decir que lo del “pase y proceda sin miedo que está usted en su casa” que proponen la mayoría de las actuales plataformas de edición on line, tendrá que cambiar, por fuerza, para introducir filtros de excelencia que garanticen y compensen al lector del esfuerzo de invertir unos pocos céntimos en una descarga meritoria que le proporcione, luego, una lectura grata. De lo contrario, los propios lectores abandonarán a aquel que nada de garantía les pueda ofrecer con lo que esas plataformas gigantescas, abarrotadas de millones de textos poco atractivos, asistirán estupefactas a su propia aniquilación.

Durante los años que viví en Canadá y EEUU aprendí que era de muy mal gusto hacer regalos que llevaran el sello made in Taiwan. Aquello se consideraba una inadmisible ordinariez; por malo, por barato, por hortera y por antipatriota. No creo que la cosa llegue a tanto pero preocupante sería para todos, que se hiciera célebre la frase: "¿Made in amazon? No, thanks", que traducido al román paladino equivaldría a decir: "¿Autopublicados? No, gracias."



5 comentarios:

  1. Hola José Luis.
    No creo que "autopublicado" sea un sinónimo de baja calidad. Hay libros publicados por editoriales con ediciones descuidadas y faltas. En una encuesta reciente más de la mitad de los lectores dijo que no se fijaba si el libro era autopublicado o no, para decidir si lo compraba, Los factores para decidir la compra eran: 1. si algún amigo lo había recomendado. 2 .si había leído algo del autor con anterioridad y le había gustado 3. Portada, el título y el comienzo. !Ninguno mencionó que fuera publicado por alguna editorial de prestigio!
    Que hay más ofertas, que pocos libros alcanzarán cifras astronómicas de ventas, que seguiran existiendo malos libros -autopublicados y de editoriales- vale. Pero no creo que autopublicado sea una oferta de segunda categoría.

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  2. Gracias por las palabras para Eriginal. Hay veces que los autores desesperan. Los éxtios de venta fueron, son y serán un misterio. Hay excelentes libros que no llegarán a las listas de bestsellers y puede que un día, por alguna circunstancia externa multipliquen las ventas, o sigan para siempre olvidados en los anaqueles virtuales. Es una realidad.

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  3. Hola, José Luis. Estoy de acuerdo con tu artículo y con los comentarios de Marlene y Blanca. La disputa ya no está entre autopublicados y editoriales sino entre profesionalidad e incompetencia. Actualmente hay editoriales en España que están publicando libros no ya de mala calidad literaria, que eso es debatible, sino mal corregidos y editados. Sospecho que lo hacen por un afán de vender sin invertir antes lo necesario. Esto es lo que hacen también muchos autopublicados, y el resultado es el mismo: una obra inacabada, poco profesional y ofensiva para muchos lectores. Yo soy optimista y creo que los autores independientes que se tomen su trabajo en serio sí pueden encontrar su nicho en el mercado. Hace dos años que voy observando la autopublicación en Amazon y me complace decir que la calidad ha mejorado. Imagino que sigue habiendo libros "malos", pero yo como lectora ya sé dónde elegir y creo que hay verdaderas joyas entre los independientes.

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  4. Básicamente estoy de acuerdo contigo, José Luis. Lo que más me preocupa es que Amazon dilapide su gran negocio por falta de calidad en sus libros... pero son tantos sus lectores que dudo que eso llegue a ocurrir.

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    1. Ya se cuidarán ellos de que eso no ocurra, José Enrique. De todas formas, y según tengo entendido, creo que amazon gana más dinero con las ventas generales (lavadoras, televisores, cepillos de dientes, tablets, etc.) que con la venta de libros.

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