lunes, 27 de enero de 2014

¿Han cambiado los gustos literarios o ha bajado el nivel cultural?

Que los tiempos están cambiando no es ninguna novedad y que eso ha ocurrido a lo largo de la Historia y en todos los pueblos de la Tierra, también.

La irrupción de Internet en nuestras vidas y los nuevos sistemas de comunicación han dado un vuelco de 360 grados al panorama social involucrando todas las manifestaciones de la sociedad actual que, en muchos casos, asiste perpleja a unos cambios, imprevisibles hace poco tiempo. El mundillo literario no iba a escapar a este imparable fenómeno.


No creo, como dicen los pesimistas o las estadísticas rigurosas, que hoy se lea menos que antes. Pienso que se lee lo mismo, o incluso más, pero se hace con otros gustos y tendencias, con distintas referencias, con diferentes propósitos. El lector de hoy (que no es sino el propio hombre que asiste confundido a los profundos cambios de una sociedad en constante movimiento y a la que en ocasiones no entiende) busca en la lectura, preferentemente, un referente lúdico que lo aleje y lo abstraiga de la dura realidad cotidiana. Son pocos los lectores que buscan hoy en día un tipo de lectura que podríamos llamar sólida. Al contrario, el lector de nuestro tiempo persigue la evasión de sí mismo, de su entorno y hasta de su propia realidad y trata de mirarse en el espejo de otros para así imaginarse mundos diferentes que le procuren, al menos en su fantasía, el acercamiento a escenarios más felices, por irreales que puedan llegar a ser.

No es casual que en las listas de los últimos años los libros más vendidos sean los de viajes, de cocina, de deportes y deportistas, de cine, de belleza, salud y bienestar, de enzimas prodigiosas, de dietas milagro, de humor, de chistes, de políticos oportunistas que cuentan sus vidas tratando de lavar sus pasados inconfesables, de biografías de celebrities que no han cumplido los treinta, de presentadores de medios más o menos populares y hasta puede encontrarse alguna que otra novela como El juego de Ripper de Isabel Allende que por la popularidad de su autora y por la fidelidad de sus lectores está situada en el lugar “que no le corresponde” habida cuenta las tendencias compradoras del momento.

El título de este post se pregunta si son los gustos literarios los que han cambiado o si es el nivel cultural el que ha bajado. Sinceramente, no lo sé; respóndase usted mismo. Lo que si me queda claro es que, en base a lo hasta ahora expuesto, sólo quedan dos tipos de lectores: Por un lado, esa abrumadora mayoría que busca la evasión en textos que cuentan cosas, tal vez interesantes pero sin ningún  atractivo literario, y otros (los menos) que tratan de conseguir un tipo de lectura que podríamos calificar de excelencia literaria, con todo lo que de ambiguo y confuso tiene ese término.

Y si hay dos tipos de lectores hay también dos tipos de escritores; unos; los que escriben para esa masa lectora predominante que busca en los libros temas distendidos para pasar tan solo un buen rato. Son aquellos que podríamos calificar como escritores circunstanciales, que no suelen ser profesionales de la pluma y el papel y que, forzosamente, tienen que ser asistidos por otros (los llamados negros) que les redactan, al dictado, sus bestsellers. Luego están los otros; los escritores de oficio (de poco o nulo beneficio) cuyo principal objetivo no es vender; a veces, ni tan siquiera darse a conocer, sino que escriben por el puro placer de hacerlo, y hacerlo bien. Son los desconocidos, los que en la mayoría de los casos son rechazados por las editoriales (que sólo se interesan por sus cuentas de resultados) y los que, afortunadamente en estos días, se acogen al recurso de las plataformas editoriales para exhibir sus obras entre millones de títulos con la remota esperanza de que algún despistado lector haga una descarga (legal) de vez en cuando.




Efectivamente, el mundo y sus circunstancias ha cambiado de manera dramática pero, a pesar de todo, yo creo que lo ha hecho para bien. Nos toca vivir ahora el siglo XXI. Tenemos que aceptar, por tanto, un momento de la historia en el que los títulos clásicos de la literatura, e incluso los más recientes, ya sólo sirven para ser exhibidos en los anaqueles de las librerías de las casas elegantes donde los libros estratégicamente colocados realzan el decorado y ennoblecen al dueño.

Ahora estamos en otro momento literario. Es el tiempo en el que Ambiciones y Reflexiones de Belén Esteban, escrita por un negro llamado Boris Eizaguirre, ha llegado a vender más de cien mil ejemplares en su primer mes. O libros de un político estrafalario y chistoso como Revilla que contando sus gracietas se está forrando. Pero visto el panorama y por más que pregunte a la gente de mi variopinto entorno nadie me reconoce haberlos comprado. ¿Será que el lector de evasión se avergüenza de que le vean en las manos con un libro de estos géneros?  Tampoco es para tanto, hombre, si lo que se trata es de fomentar el buen hábito de la lectura.

15 comentarios:

  1. Muy buenas reflexiones, José Luis.
    ¿Ha muerto la Religión? No. ¿Murieron los ermitaños? Sí, murieron o nadie sabe dónde están, pero no visten púrpura ni se pasean en las columnatas del Vaticano: ni lo desean.

    Prefiero la oscuridad bondadosa, esa donde el móvil no tiene cobertura pero puedes oír el canto de los grillos, el aletear de las nocturnas mariposas, el mullido paso del zorro.

    Saludos, me ha gustado mucho

    Rafael

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    1. A mí también me gustaría habitar esos lugares perdidos donde no llega la tele y los móviles enmudecen por falta de cobertura, pero me falta decisión y coraje, aunque me consuelo, engañándome: y me digo "algún día lo haré" pero ya sé que eso será poco menos que imposible. Gracias, Rafael, por tu comentario.

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  2. +Jose L. Palma, me gusta esa reflexión de que si existen dos tipo de lectores, también existirán dos tipo de escritores. O tres o cuatro o infinitos.

    Este domingo en mi Editorial planteaba ¿Quién tiene la culpa de que el libro de Belén Esteban sea éxito de ventas? http://ow.ly/t0JI2

    Y daré la respuesta por si se quieren ahorrar leer el artículo: Los mismos escritores.

    Gracias por abrir debate.

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    1. No comparto del todo la culpabilidad atribuida a los escritores. Al fin y al cabo escritores son todos: los que escriben con un fondo y un estilo determinado y los que lo hacen con otro. Es en la educación infantil y juvenil donde, tal vez, haya que buscar la raíz del problema. Gracias por comentar.

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  3. Hola, José:

    Yo tendría un poco más de cuidado antes de llamar a unos escritores "circunstanciales" y a otros "de oficio" y, sobre todo, tendría cuidado de no insinuar que pertenezco al segundo grupo, es decir, al grupo en el que hacen las cosas bien ¿por qué? porque si en un libro mío aparecen con frecuencia frases como esta:

    "Ahmed, finalmente, se detuvo ante la puerta de una librería abriéndome ceremoniosamente la puerta."

    significa que puedo ver la paja en el ojo ajeno pero que me cuesta ver la viga en el propio. Un consejo de lector: regula el impulso de usar tantos adverbios y revisa a profundidad las frases y su musicalidad.


    Saludos.

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    1. Ser escritor "circunstancial" o serlo de "oficio" no encierra ningún juicio: ni bueno ni malo. Allá cada cual con la interpretación que quiera darle. No iba de eso el post. La grandeza de la lectura radica en la libertad con que cada lector interpreta los textos. Por cierto, los adverbios están para ser usados aunque a veces algunos nos excedamos "innecesariamente" a riesgo de perder la musicalidad que cada lector pueda encontrar en las frases. Antes de publicar "auto-reviso" y "auto-corrijo" mis textos "en profundidad" nunca lo hago "a profundidad" mas aun así, es inevitable que se cuele "inoportunamente" algún que otro fallo ortotipográfico. Es lo que tiene la auto-edición. Gracias Rev_CC por tu comentario y tus amables advertencias y, sobre todo, muy agradecido por haber tenido la paciencia de leer "Mi amor por un reino en Córdoba". Saludos.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. 'Ser escritor "circunstancial" o serlo de "oficio" no encierra ningún juicio: ni bueno ni malo. Allá cada cual con la interpretación que quiera darle.'
      Sin embargo, escribiste que los circunstanciales no suelen ser profesionales, forzosamente tienen que ser asistidos por negros y escriben para la masa. Los escritores de oficio, según tu texto, son los que escriben por el placer de hacerlo y hacerlo bien. Si eso sumamos los dos tipos de lectores: los que buscan evasión y los que buscan excelencia, queda claro (y no es "interpretación") que los escritores circunstanciales escriben para el primer grupo de lectores; los escritores de oficio, para el segundo.
      Tampoco es difícil concluir en qué grupo de escritores consideras que te encuentras.

      Sobre los adverbios: estoy de acuerdo en que están para ser usados pero, si abusas de ellos (hay 4 en el párrafo en el que aparece la frase que te comenté), tu novela dará la sensación de haber sido escrita por un novato, no por un escritor de oficio.

      Escribí "a profundidad" en vez del correcto "en profundidad" porque es un vicio que tengo y debo corregir. Sólo ten muy en cuenta (antes de apresurarte a señalar las erratas de quienes te hacen ver las tuyas) que yo no me considero escritor ni te cobré uno o dos euros por leer mi tropiezo.

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  4. Puede ser que el público lea por evasión, por diversión o para pasar el rato. En el fondo, es igual si leen la biografía de un famoso, un cómic de Mortadelo o un clásico ruso; la buena noticia es que la gente sigue leyendo. Felicitémonos por ello, aunque sea a costa de que Belén Esteban se haya convertido en superventas.

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    1. Totalmente de acuerdo contigo, Josep. Gracias por tu comentario.

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  5. José Luis,
    No ha bajado el nivel cultural, si llamamos cultura a estar al día con lo que acontece en el mundo, en el sentido de que "culto" no necesariamente es la persona que ha leído a los grandes clásicos o asistido a las obras teatrales más exquisitas. La cultura también es la riqueza que pertenece a un pueblo, lo que lo diferencia de los otros. Bajo ese aspecto puedo decir que hoy somos más cultos que antes porque sabemos y nos enteramos mucho más rápido que antes de lo que sucede en todas las áreas. El acceso a la información está al alcance de cualquiera que lo desee.
    Y así como ese cambio gracias a la tecnología, supongo que también han cambiado los gustos literarios. Hay demasiada competencia. Y no me refiero a la enorme cantidad de escritores que existe. Me refiero a que estamos rodeados como nunca antes de obras por donde miremos. La televisión y sus diferentes manifestaciones de cultura, podemos ver en ellas desde las series detectivescas más creativas hasta las novelas rosa (sin que "rosa" suene peyorativo); pasando por documentales extraordinarios, películas de todos los tiempos, y a propósito de esto, el cine con todo lo que arrastra tras de sí, incluyendo la vida de sus luminarias así como sucede con las estrellas de la televisión. Son momentos de la historia de una sociedad.
    La literatura no podía escapar de esta corriente, antes se leía o escuchaba La ilíada, una obra monumental, y ahora se prefiere ver una película acerca de la Guerra de Troya. Los lectores han cambiado su forma de ver el mundo, supongo que los escritores también, y así como existen tantas corrientes pictóricas y se inventarán otras más, lo mismo sucede con la literatura. Todo cambia, nada permanece estático, lo que deberíamos cuidar es la calidad, es lo que permanece. Y como dice Josep, lo bueno de todo es que a pesar de tener a mano tantas distracciones, la gente sigue leyendo. Es lo asombroso.
    Como escritores deberíamos dar lo mejor de nosotros, cada uno a su manera y a su aire, pero siempre esforzándonos porque ese producto que va a ser leído por otras personas sea lo más representativo de nosotros mismos, así como lo es una pintura de Vincent Van Gogh tan reconocible que ni hace falta su firma, cada autor es un artista y para el arte no hay fronteras. Dejamos una huella en la vida, en los sentimientos y hasta en las creencias de nuestros lectores. Si todos los escritores supieran el efecto que dejan sus letras en el alma del lector, pensarían mucho más en lo que escriben y cómo lo escriben.

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    1. De acuerdo contigo, Blanca, pero con ciertos matices. Hay culturas y culturas y tú bien sabes a lo que me refiero. No es lo mismo leer a San Juan de la Cruz o a Borges que a otros cuyos nombres están en las mentes de todos. Un abrazo.

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  6. Creo que estamos en la cultura del papel couché y de amarillismo. Nos hemos empobrecido a medida que subía nuestra calidad de vida y ahora que ha descendido, aún más. La educación hace aguas y eso tampoco ayuda a discriminar que se debería o no comprar. Porque el problema no son esos escritores sino los lectores, miles y miles de lectores, que compran esos libros. Parece ser que ese tipo d libros les divierte, bueno pues no soy nadie para decir lo contrario. Me gustó tu reflexión. Un beso

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    1. Para mí, Maria José, lo que se sea de mayor hay que aprenderlo cuando se es pequeñito, y más en el hogar que en la escuela. Por desgracia, hoy en día, vemos fallos estrepitosos en un sitio y en el otro. Seamos optimistas y confiemos en las generaciones futuras. Un beso.

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