En mi post anterior; “Un patético análisis de los best sellers”
(http://joseluispalmabooks.blogspot.com.es/2014/01/un-patetico-analisis-cientifico-de-los_11.html)
hice referencia al pintoresco estudio de un grupo científico americano que
pretendió descifrar las claves de lo que continúa siendo un enigma irresoluble:
“¿Cómo se fabrica un best seller?”
Entre los comentarios recibidos ha habido uno, a través de
TW, remitido por la excelente escritora Paloma
Caraballo quien me dice lo siguiente: “Me
temo que el lector de Amazon difiere bastante del lector de Anagrama, pronto se
acercarán posturas, espero”. Inmediatamente le respondí: “No entiendo las diferencias, Paloma. ¿Dónde
las ves tú?” A lo que ella respondió: “En Amazon se vende principalmente lectura de entretenimiento.
Hay editoriales que ni siquiera exponen ahí a sus autores”.
Quedé, al principio, perplejo pero de inmediato
este breve diálogo me condujo a la pregunta obligada: “¿Qué habrá querido decir,
Paloma, marcando esas diferencias y que luego explica matizando tendencias y
gustos literarios en función de una descarga con fines más bien lúdicos
(entretenimiento) frente a otros que sólo buscan en el papel la excelencia
literaria? Traté entonces de estructurar mentalmente cuatro tipos de lectores a
los que denominé de esta forma:
a): Los ebookfilos, que son aquellos que por
comodidad, usura lectora (en un eBook caben cientos de libros transportables) o
escasos de recursos económicos buscan en amazon descargas de cualquier género y
temática, a buen precio.
b): Los papirófilos, que serían aquellos que
sólo les place la lectura cuando lo hacen en papel y en el formato que
convencionalmente ofrecen las editoriales de siempre y a los que
“románticamente” el papel les evoca emociones intelectuales insustituibles y
únicas.
c): Los mixtos (entre los cuales me incluyo)
que serían los que se sienten cómodos leyendo en cualquiera de los formatos
anteriores con independencia de gustos, tendencias y preferencias. Aquí podríamos
introducir dos subgrupos: Los mixtos E, que por comodidad
prefieren el eBook y los mixtos L que por hábitos adquiridos
se sienten más a gusto con un pesado libro de ochocientas páginas en las manos.
d:) Finalmente, y fuera de rango, estarían los iletrados
que serían esos extraños bípedos implumes que por no leer no leen ni las letras
del karaoke.
No estoy de acuerdo con los planteamientos de Paloma. Para
empezar, Amazon no es una editorial al estilo de Anagrama, sino una gigantesca
librería de ámbito universal donde libremente publican sus obras autores
noveles, experimentados, conocidos, indies,
famosos, consagrados, premiados con el Nobel o el Pulitzer, ignorados, poetas,
científicos, narradores de cuentos y fábulas y hasta mediopensionistas.
Vista la
magnitud del negocio y el tamaño del escaparate (en cierto modo asilvestrado y
un punto descontrolado), las grandes editoriales están subiendo obras destacadas
de sus autores más famosos para utilizar esta plataforma como un canal más de
venta porque ya se sabe lo que ocurre cuando el río baja revuelto.
Desde Amazon, por el gusto de leerlos y llevarlos
almacenados en mi kindle, me he descargado a precio reducido obras de tanta fama
universal como El Quijote, Hamlet, La Divina Comedia, las últimas publicaciones
de Murakami, Imre Kertész o García
Márquez y todas las Sonatas de Valle-Inclán, por tan sólo citar algunas.
Yo interpreto que lo que Paloma ha querido decir,
refiriéndose a los géneros, es que en Amazon las novedades más predominantes
suelen ser novelas de corte romántico o erótico (son también las que más
venden) pero que aún siendo verdad lo anterior, no sería justo catalogar de
“entretenimiento” ninguna novela en función del género al que haya sido
adscrita. Hay sesudos ensayos filosóficos, en papel, que son para bostezar, sombras en
número de cincuenta para echarse a llorar, historias noveladas óptimas para
tergiversar conceptos que se creían sólidos y, en fin, novelas románticas o eróticas
que tienen una innegable calidad literaria. En Amazon, como en botica, hay de
todo y para todos.
Si Jeff Bezos,
con una providencial visión comercial, no hubiese creado Amazon en 1996, otros,
seguramente, no hubiésemos tenido más remedio que inventarla.
Pero fue él quien,
en el garaje de su casa de Seattle y a partir de una primitiva librería on line llamada cadabra.com,
puso, con la ayuda de tres modestos servidores, la primera piedra para
construir el emporio librero más grande de nuestros días. Era justo que esto
ocurriera. Desde hacía demasiado tiempo el alcanforado mundo editorial no hacía
otra cosa que poner el nudo corredizo con tanta saña sobre el cuello de los
escritores que, al final, esa misma soga acabó por enredarse fatalmente en su
cogotes. ¿De dónde salió la soga? Pues de un modesto garaje doméstico americano que es donde, habitualmente, se gestan los grandes proyectos tecnológicos de nuestro tiempo. Espero el día en que pueda comprarme uno para que venga a rescatarme de mis penurias una idea de éxito.
Gracias, Paloma, por tus estimulantes y polémicos
comentarios con los que si no estoy en sintonía no desmerecen los aciertos de
tus personales puntos de vista sobre los perfiles de los lectores de nuestro
tiempo. Un saludo muy cordial, amiga.