Como tantos otros, el término nomofobia, que no
homofobia aunque puedan estar relacionados, acaba de ser introducido
oficialmente en nuestras vidas.
La palabreja deriva, (¡cómo no!) de la expresión inglesa
no-mobile-phone-phobia, es decir, y resumiendo: pánico a quedarse sin los
servicios del móvil. El asunto, de momento ni siquiera ha sido considerado por
las autoridades psiquiátricas internacionales como un trastorno psicológico
menor, ni siquiera como una adicción, sino simplemente como un fenómeno social
de nuestro tiempo. Según otros estudios, la nomofobia debería ser entendida
como una reacción desproporcionada ante el miedo a quedarse sin la ingente
cantidad de servicios que, en aumento cada día, nos ofrecen estos dispositivos.
En nuestro país, y de acuerdo a recientes estadísticas, más
del 60% de los usuarios de las últimas generaciones de dispositivos móviles
inteligentes, presentarían nomofobia en mayor o menor grado. Alguno de los
encuestados revelaron que quedarse sin el móvil les llega a producir ansiedad,
irritabilidad e incluso pánico. En esos casos habría que considerar que ese
llamado, hoy por hoy, fenómeno social dejaría de serlo para entrar de lleno en
alguno de los epígrafes que clasifican los trastornos psicológicos de tipo
menor e incluso los casos más graves podrían clasificarse como síndrome de
abstinencia.
En el Reino Unido la tasa de nomofóbicos en edades comprendidas
entre 18 y 25 años se calcula en el 85% para los varones y en el 96% para las
mujeres. Paradójicamente, sólo un 2% utilizan el dispositivo móvil para hablar
por teléfono. La mayoría se sirven de servicios gratuitos como el whatsApp y
similares, estimándose en más de treinta las consultas efectuadas a lo largo del
día. Redes sociales, como twitter, facebook o linkedin, accesibles a través del
móvil, han venido a complicar aun más este curioso fenómeno de nuestros días. Las agrupaciones formadas en redes por miembros cada vez más numerosos y activos están incrementando peligrosamente este nuevo y adictivo fenómeno social.
Si usted es de los que va al baño con el móvil, lo deja celosamente
a su alcance cada noche, es capaz de deshacer un largo camino andado porque lo
olvidó en casa, lo deja en modo vibración cuando va al cine o al teatro y lo consulta continuamente,
está claro, que usted, como tanta gente, es una víctima más de la nomofobia.