
En estos días, misteriosos personajes
que acompañan en sus recorridos procesionales las estaciones penitenciales de
la Semana Santa, van ataviados con túnicas de diversos colores y cubiertos por
fantasmales capirotes que enmascaran la identidad de quien los luce. La tradición dice que es un acto penitencial y puede que lo sea.
El capirote penitencial tiene sus
orígenes en el “sambenito” que los tribunales de la Santa Inquisición imponían
a los que habían pecado con actos, palabras o actitudes sospechosas de brujería
o apostasía. Era una forma benévola de librarles del fuego de leña verde.
![]() |
Tribunal de la Inquisición (F. de Goya) |
También, siniestras organizaciones como el Ku Klux Klan utilizan para sus fechorías estos estrafalarios atuendos cuya visión estremece al más valiente.
![]() |
Mujeres afganas portando el burka |
![]() |
Mustafá Kemal Atatürk |
Mustafá Kemal
Atatürk, el padre y fundador de la moderna Turquía, era conocedor del milenario rito de Astarté. En el proceso de profundas
reformas que llevó a a cabo para transformar el país quiso erradicar
el burka para así
aislar a los fundamentalistas islámicos partidarios de ese
agobiante atuendo que oculta la identidad de la mujer y la convierte en un
reducto social de ínfima categoría.
Atatürk
aprobó una ingeniosa ley que pretendía matar dos pájaros de un tiro:
eliminar el burka y abolir la prostitución. El texto legal se expresaba en los siguientes
términos: “Con efecto inmediato, todas las mujeres turcas tienen
derecho a vestirse como quieran, excepto las prostitutas que siempre deberán
usar el burka”. Tras publicarse esta pintoresca ley ya nadie
más volvió a ver un burka en
Turquía.
Lo que Atatürk no llegó a saber, porque
no vivió lo suficiente, fue que su ley acabó definitivamente con el burka pero
no consiguió eliminar de su nuevo país la profesión más antigua e irreductible
del mundo.