Me encanta visitar museos pictóricos y siempre que lo hago
procuro documentarme sobre lo que estoy viendo o lo que voy a ver.
Heberto Gamero |
Heberto Gamero me ha hecho el gran favor de mostrarme un museo de pinturas y
pintores de una forma tan sutil y al mismo tiempo tan didáctica y magistral,
que con el pincel de su pluma me ha hecho comprender las razones que llevaron a
muchos pintores “malditos” a dibujar las escenas, a veces terribles y a veces
deslumbrantes, de lo mejor de la pintura universal. Y de esta forma he podido conocerlos
mucho mejor.
En su libro recién publicado: “Minibiografías ilegales
sobre pintores malditos” (http://www.amazon.es/Minibiograf%C3%ADas-ilegales-sobre-pintores-malditos-ebook/dp/B00JZ1KMU8/ref=sr_1_4?ie=UTF8&qid=1399992029&sr=8-4&keywords=%22Heberto+Gamero%22) el escritor venezolano utiliza unos recursos literarios que lo alejan de lo convencional y lo
acercan al lector.
Los mejores pintores de la historia universal son retratados
magistralmente con apuntes de apariencia intrascendente pero para los que toda
su grandeza se resume en las escenas que se condensan en muy pocas páginas. Y
al ser tan breves como intensas el lector se forja una idea exacta de las
circunstancias que rodearon sus vidas y en qué medida sus caracteres fueron
decisivos para la elaboración de sus trabajos.
Gamero nos introduce en imaginarias tertulias donde Miguel
Angel Buonarroti dialoga airadamente con el exigente Papa, o él mismo y sus
contertulios amigos participan en interminables sábados caribeños en los diálogos con
Picasso para desentrañar las motivaciones que llevaron al malagueño a atravesar
todos los estilos pictóricos hasta llegar al que le dio la fama universal: el
cubismo. Nos hace revivir la tragedia íntima de Vincent van Gogh y la desesperación que lo llevó al
suicidio: “Theo, ya no veo los cuervos, sólo distingo los campos de trigo. Me gustaría
ir ahora a casa”. Es de un
extraordinario intimismo y de una sobrecogedora ternura la escena en la que Olympia,
la musa alegre y enamorada, le dice a Edouard Manet mientras va configurando su
cuerpo con delicados trazos: “Cuando me hayas terminado de pintar te traeré la
fama y la fortuna que tanto ansías”. Ignoraba Olympia que su deslumbrante
belleza permanecería oculta bajo un lienzo blanco que tan sólo sería desvelada
tras la muerte del pintor. “Desde que nací, los ángeles de la angustia, el desasosiego
y la muerte estuvieron a mi lado. Me acechaban cuando iba a dormir y me
aterrorizaban con la muerte y el infierno…” Es lo que dice Edvard Munch para
justificar los trazos violentos y patéticos de “El grito”. Y así, muchos otros
como Chagall, Goya, Gauguin, Dalí, Tiziano…, van desnudando sus vidas y
desmenuzando los secretos de su arte para dar a conocer al lector todo lo que
se esconde tras la sinfonía de colores que configuran la belleza de sus obras.
Heberto Gamero, con Iris Verástegui (su esposa) y yo mismo en una inolvidable tarde del pasado verano en Madrid. |
Son treinta y siete minibiografías muy “legales” donde, con pocas
palabras y matizadas semblanzas, el lector se introduce en las atribuladas
vidas de estos pintores“malditos” sin los cuales la pintura universal no tendría,
al día de hoy, su inconfudible color.
He disfrutado íntimamente de estos relatos que Heberto
Gamero, gran conocedor de la vida y milagros de estos personajes, nos regala
para un deleite conmovedor, secreto e íntimo. Ya lo hice, con anterioridad, leyendo otras minibiografías sobre "escritores malditos", una obra que ya me dejó claro hasta qué punto el autor domina magistralmente el género.