martes, 18 de noviembre de 2014

El suicidio y los médicos

Acaba de aparecer un interesante informe de la Dra. Louise B. Andrew, jefa de edición del prestigioso Medline en el cual analiza la incidencia y las causas del suicidio entre médicos.
 En EEUU unos 400 médicos, de ambos sexos, se suicidan anualmente, lo que equivale en números absolutos a toda una facultad de Medicina.
También es un hecho conocido que, entre los médicos, la mortalidad por cáncer o infarto de miocardio es menor que en la población general. Para explicar estas diferencias se especula sobre el mejor autocuidado de los profesionales de la salud sobre su propia enfermedad y sus mayores habilidades para alcanzar un diagnóstico precoz y un tratamiento de mayor eficacia. Y, sin embargo, sufren una mayor incidencia de suicidios que el resto de la población. También ocurre algo parecido entre los estudiantes de Medicina en los que, tras los accidentes, el suicidio es la causa de muerte más habitual.
Los psiquiatras nos informa que la depresión no tratada o insuficiente tratada es la causa más habitual que induce al suicidio. No existen diferencias porcentuales en lo que a prevalencia de depresión se refiere entre médicos y el resto de la población general, estimándose que afecta a un 12% de varones y a un 18% de mujeres. Pero es aún más prevalente en la población estudiantil y en aquellos médicos en período de formación (internos y residentes) donde las cifras alcanzan el 30%, con independencia del sexo u otras circunstancias personales.

Un estudio llevado a cabo en Australia en 2011 en el que se recogieron datos de 50.000 profesionales de la salud, incluidos médicos, enfermeros y estudiantes de Medicina, puso de manifiesto un dramático incremento de síntomas típicos de distrés psicológico, en relación a la población general, así como el doble de tendencias suicidas.
Tal vez un mejor conocimiento y las mayores facilidades que tienen los médicos para acceder a procedimientos letales les acercan al suicidio con mayor facilidad que otros grupos poblacionales, estimándose que la proporción entre suicidas médicos y los demás se situaría en un rango que oscilaría entre el 1,4 y 2,3.
Por otro lado, se sabe que las mujeres no médicos, a pesar de ser más depresivas que los hombres no médicos, tienen menor tendencia al suicidio que los varones. Sin embargo, en el colectivo médico no se han observado diferencias estadísticamente significativas en la tendencia al suicidio entre ambos géneros.
Se dice que, en algunos casos, la causa de la muerte que debe ser dictada por un médico en el correspondiente certificado de defunción, se trastoca “caritativamente”, por otra causa no suicida,  ("que no empañe el pasado del difunto") con lo que el número de suicidios entre médicos de ambos sexos podría ser incluso mayor de lo que se viene observando.
Entre las causas que subyacen en la personalidad del suicida, los desórdenes afectivos suelen encontrarse en la base de su comportamiento. Así, la depresión crónica o el trastorno bipolar, los fracasos sentimentales y profesionales, junto al alcoholismo y el abuso de ciertas drogas completarían el espectro del médico suicida quien, como no podría ser de otra manera, utiliza en primer lugar una sobredosis de drogas neurotrópicas para llevar a cabo su propósito, y menos frecuentemente armas de fuego.
El ejercicio de la Medicina, se trate de médicos o enfermeros, es una práctica emocionalmente poliédrica. Junto a las grandes satisfacciones que producen los éxitos, aparecen de modo inesperado los fracasos inevitables. Es muy difícil sustraerse al dolor ajeno y permanecer impasible ante la muerte inapelable. Por todo ello, hay que tener una personalidad muy sólida para no caer víctima del desánimo y hundirse en la depresión. Cuando eso asienta sobre un substrato psíquico inestable, la consecuencia inmediata es una depresión que puede conducir, en el peor de los escenarios, a poner en práctica procedimientos de auto-exterminio.
A pesar de lo anterior, y considerada la Medicina una de las profesiones “de riesgo”, continúa, al menos en España, siendo la carrera universitaria más demandada, tanto por hombres como por mujeres. Por algo será.




sábado, 15 de noviembre de 2014

Eutanasia y sedación paliativa

La sedación paliativa es un acto clínico de gran trascendencia en el que los médicos, en especial lo que se dedican al cuidado de pacientes terminales, están bien informados y concienciados. Por el contrario, la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios ni practican la eutanasia, ni siquiera se sienten mínimamente interesados en ella.

Recientes estudios han venido a señalar que el deseo por parte del paciente de anticipar su propia muerte se debe más a aspectos emocionales, familiares y sociales, antes que en la desaparición definitiva del dolor intenso que acompaña a algunas agonías.


Al día de hoy, existe una notable confusión derivada de la activa campaña desplegada por parte de grupos pro-eutanasia,  sobre lo que es sedación paliativa y eutanasia activa.  Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), la sedación terminal trata de inducir en el  paciente una disminución controlada del nivel de conciencia con el único objetivo de eliminar la angustia, el dolor, y el intenso sufrimiento causado por síntomas refractarios a la terapéutica habitual y que muy comúnmente se presentan en pacientes terminales, especialmente en los oncológicos. Por el contrario, la eutanasia, sea activa o pasiva, se refiere a aquella actitud en la que el médico actúa intencionadamente para acelerar la muerte del paciente o se inhibe médicamente para facilitarla.


Los grupos pro-eutanasia, para consolidar sus tesis, abogan por el testamento vital donde quede especificado de modo claro y conciso, los valores, deseos y creencias de cada uno, de modo que el documento otorgue un soporte legal para que el médico que asiste al paciente irrecuperable pueda actuar de un modo u otro. Sin embargo, esta cuestión es igualmente comprometida y puede prestarse a interpretaciones dispares ya que un sujeto que redacta un testamento vital en plena salud, difícilmente puede tener una percepción exacta de las sensaciones personales que va experimentar cuando tenga que enfrentarse a su fin. Por otro lado, ningún médico debería sentirse “presionado” por un testamento vital para inducir activamente la muerte de quien la solicita.

La mayoría de los médicos y enfermeros, insisto, no están absolutamente interesados en la eutanasia, al contrario; cada día se sienten más involucrados y preocupados por dar los mejores cuidados paliativos a pacientes terminales en los que la recuperación se sabe de antemano que es imposible.

Lo que verdaderamente dejaría las cosas en su sitio sería que, de una vez por todas, los legisladores, con la ayuda de los que entienden en estas causas, aprueben una ley clara y rotunda de cuidados paliativos que a todos deje satisfechos. Pero eso es otra cuestión. Aquí ya se sabe que la sociedad va por un camino y la Justicia por el suyo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Prevenir el Alzheimer?


El paciente aquejado de Alzheimer pierde la conciencia sobre sus actos y su propia identidad. Es incapaz de reconocerse a si mismo. Sufre la anulación del carácter, la voluntad y el poder de decisión. Tampoco podrá reconocer a sus amigos y familiares, ni siquiera a sus propios hijos. Su vida pasa a ser complemente vegetativa  

El mal de Alzheimer se puede prevenir, o al menos retrasar su aparición, al cambiar algunas rutinas que obliguen la estimulación del cerebro contralateral al que habitualmente domina nuestras actividades. Es una nueva técnica para mejorar la concentración, desarrollar la creatividad y la inteligencia, al realizar simples ejercicios de Neuróbica: un descubrimiento dentro de la Neurociencia  que nos revela que el cerebro tiene una extraordinaria capacidad de crecer y cambiar el patrón de sus conexiones.



Los autores de este descubrimiento, Lawrence Katz y Manning Rubin (2000), revelan que laNeuróbica, o la aeróbica de las neuronas es una nueva forma de ejercicio cerebral proyectada para mantener al cerebro ágil y saludable, creando nuevos y diferentes padrones de comportamiento y de las actividades de las neuronas de su cerebro.

Cerca de 80% de nuestro día a día está ocupado por rutinas que, a pesar de tener la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, esconden un efecto perverso:  limitan y atrofian el cerebro no permitiendo la renovación y el crecimiento de sus neuronas.

Para contrarrestar esta tendencia, es necesario practicar algunos ejercicios cerebrales que hacen que la persona piense solamente en lo que está haciendo, concentrándose en esa tarea. El desafío de Neuróbica, es hacer todo aquello contrario a la rutina, obligando al cerebro a un trabajo adicional.

He aquí algunos de los ejercicios que recomiendan los expertos de la Neuróbica:


-Coloque el reloj en la muñeca contraria a la que normalmente usa. 
-Cepíllese los dientes con la mano contraria.
-Camine por la casa, de espalda (en la China esta rutina lo practican en los parques)
-Vístase con los ojos cerrados.
-Hágase el nudo de la corbata sin mirar al espejo.
-Estimule el paladar con cosas de sabores diferentes.
-Vea las fotos invertidas (cabeza abajo)
-Mire la hora en el espejo.
-Cambie el camino de rutina para ir y volver a casa.


Se pueden practicar muchos otros ejercicios neuróbicos, dependiendo de su propia inventiva. La idea es cambiar los comportamientos de rutina. Para esto, habrá que hacer algunas cosas diferentes para que ejercite el otro lado de su cerebro (el derecho), estimulándolo de esa manera.

martes, 4 de noviembre de 2014

Reprogramación celular: Un punto de encuentro entre la Ciencia y la Ética.

Los científicos J.B. Gurdon y Shinya Yamanaka fueron distinguidos en 2012 con el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre la reprogramación celular, un hecho que ha sido considerado por la revista Science como una auténtica “convulsión sísmica”.
Fue el mismo Gurdon quien manifestó hace más de 40 años que las células, consideradas como “unidades anatomo-funcionales no modificables” podrían ser reconvertidas en otras distintas y con ello generar tejidos biológicos diferentes. Algo difícil de entender y aceptar en aquel tiempo. Clonando ranas, allá por los cincuenta, asombró a la comunidad científica internacional, y más tarde, con la clonación de la oveja Dolly,dejó al mundo estupefacto.
Estos dos científicos han demostrado que células maduras y bien diferenciadas pueden ser reconvertidas, mediante reprogramación especializada, en células inmaduras (casi embrionarias) capaces de replicarse en cualquier forma de tejido biológico. El descubrimiento, como dice Science, ha supuesto una auténtica “convulsión sísmica”en materia científica revolucionando los conocimientos existentes sobre el desarrollo de las células y del propio organismo, abriendo con ello un camino fascinante y muy prometedor hacia la medicina regeneradora, de la que tanto esperamos todos.
Ha sido Yamanaka quien ha demostrado por primera vez que no sólo las células embrionarias sino cualquier célula madura puede ser reprogramada para generar un tejido biológico distinto al de su propio origen. Lo ha conseguido introduciendo unos pocos genes en el núcleo de células maduras de ratones adultos transformándolas en células inmaduras con la potencialidad de poder generar cualquier clase de tejido.
El hecho es trascendente por cuanto no sólo se eliminan peligrosos factores teratogénicos, que limitaban su uso al emplear únicamente células embrionarias, sino que los argumentos éticos, que tanto han paralizado este tipo de investigación, ya no serán ahora obstáculo para despejar el camino hacía una línea científica nueva que pueda aportar nuevos instrumentos diagnósticos y terapéuticos para curar enfermedades hasta ahora incurables.

La polémica, por tanto, ha quedado resuelta tanto para laCiencia como para la Ética. Los científicos ya no tendrán que centrar sus trabajos en células madre embrionarias sino que utilizando células maduras reprogramadas podrán alcanzar los mismos objetivos pero a través de canales más despejados y seguros.

sábado, 4 de octubre de 2014

Envejecimiento dramático.

Hoy, que ya estamos en otoño, me gustaría contarles algo sobre un  trastorno psicológico terrible y muy preocupante: la depresión que sufre una proporción elevada de personas que, en el otoño de sus vidas, ya atravesaron esa inhumana barrera de lo que se ha venido en llamar la tercera edad, con sus malas consecuencias.
"Los viejos de la sopa" F. Goya.
Sin darnos cuenta (¿o sí?), hemos creado un mundo cruel de viejos solitarios. Sobre todo en las grandes ciudades. No hay más que dar una vuelta por algunos parques o por determinados centros comerciales para ver la ingente cantidad de hombres y mujeres solitarios a los que la sociedad les puso el día que cumplieron 65 años la etiqueta de “inservibles” y que por matar el tiempo han encontrado en esos lugares de paso sus improvisados refugios.
Algunos son considerados a pesar de todo  como abuelos aprovechables. A muchos se les carga abusivamente con obligaciones más o menos domésticas, responsabilizándolos de unos nietos a veces difíciles de sujetar y aportando su granito de arena al sostenimiento de unos hogares jóvenes cada vez más desbordados por el trabajo, las responsabilidades, la ansiedad y la penuria.
Según las estadísticas socio-psiquiátricas, más de un 20% de la población de más de 65 años sufren manifestaciones, más o menos graves, de depresión. La mitad de ellos desconocen su problema. La tristeza del abuelo, su torpeza y hasta el descuido en su aspecto e higiene son considerados por su entorno como achaques irremediables de la vejez, cuando en realidad se trata de un auténtico estado depresivo tan grave que en algunas ocasiones les conduce al suicidio.
No creo que la sociedad sea consciente de que a estas edades el autoexterminio por diferentes métodos alcance sus cotas más altas llegando a representar un 15% en el cómputo total. Afortunada o desafortunadamente la torpeza o el propio estado depresivo hace que sólo consigan quitarse la vida uno de cada cuatro ancianos que lo intentan.
Y en el fondo es comprensible. El jubilado, de un día para otro, pasa de la capacidad completa a la absoluta invalidez, ignorado por una sociedad a la que sirvió durante tantos años. Si a esto sumamos la merma en los ingresos por unas pensiones en muchos casos raquíticas que obligan a cambios drásticos en sus modos de vida o  la pérdida del cónyuge con el que han compartido años de convivencia, es lógico pensar que el cataclismo psicológico en el que se ven envueltos, con el agravante de la falta de comprensión del entorno, les haga adoptar resoluciones catastróficas.
No hay que tomar a la ligera los insidiosos síntomas que presentan estas personas. Las cifras son escalofriantes. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2008 fueron más de mil los suicidios de personas mayores de 65 años, que previamente ya habían manifestado esas tendencias y que en muchos casos habían acudido al médico de cabecera buscando un apoyo imposible. El 80% de los que se quitan la vida son varones. También en esto las mujeres tienen una pequeña ventaja.

Pues por si no lo sabían, ya se han enterado de la tragedia que a diario sufre un grupo muy numeroso de mayores, acogidos muchos de ellos en centros para viejos, a los que la sociedad llama con ternura “centros de acogida para la tercera edad” con lo que nuestras poco comprometidas conciencias quedan a salvo de reproches. Un drama.

sábado, 23 de agosto de 2014

¿Amenaza el virus del Ébola la aldea global?


         La fiebre hemorrágica del Ébola, habitualmente conocida como enfermedad del virus del Ébola (EVE), es un proceso infecto-contagioso muy grave que afecta tanto a seres humanos como a otros mamíferos. Su nombre proviene del río Ébola, un afluente del Mongala y por tanto del río Congo.
         Se considera que los murciélagos frugívoros son los huéspedes habituales del virus y, consecuentemente, sus transmisores para el contagio. Abunda en ello la tesis de que en aquellos lugares en los que estos quirópteros son comunes, la prevalencia de la enfermedad de Ébola es significativamente mayor. 
         El virus se transmite por contacto directo con los fluidos corporales infectados, en especial a través de la sangre, la orina, los vómitos, la saliva, el semen, el sudor, tanto de humanos, vivos o fallecidos, como de animales igualmente muertos o vivos. Los modos de enterramiento de ciertas tribus africanas en las que los deudos entran en contacto íntimo con el cadáver pudiera ser, como ya se ha sugerido, una de las principales fuentes de contagio.
Al atardecer millones de murciélagos salen de sus cuevas.
         En la primera gran epidemia africana de 1976 murió el 92% de los sujetos infectados por lo que se llegó a considerar a la enfermedad del virus del Ébola como una de las más mortíferas jamás conocidas. El primer caso de la entonces llamada fiebre hemorrágica de origen desconocido, tuvo lugar el 26 de agosto de 1976 en Yambuku, una ciudad del norte del Congo (antiguo Zaire) por donde discurre el río Ébola. Se trataba de un maestro de enseñanza básica, de 44 años de edad, quien tras regresar de un viaje por el norte del Zaire presentó fiebre elevada y mal estado general por lo que fue diagnosticado como un grave caso de malaria siendo tratado ineficazmente con quinina. El estado de salud del profesor, de nombre Lokela, lejos de mejorar fue agravándose día a día. Al cabo de una semana aparecieron vómitos incontrolables, primero alimenticios y más tarde hemorrágicos, cefalea intensa, diarrea con abundante rectorragia, hematomas generalizados, epistaxis, gran astenia general, calambres musculares, dolores articulares, confusión mental y, al final, fracaso cardiorespiratorio, renal, hepático y muerte. Falleció, tras horribles sufrimientos, el 8 de septiembre de 1976, apenas dos semanas después de haber manifestado los primeros síntomas de lo que fue equívocamente considerado como una fiebre cuartana.
Imagen del virus del Ébola tomada con microscopio electrónico

¿Cuál es el presente y qué futuro nos espera frente al EVE?
         En este 2014 que vivimos, ha brotado la más grande epidemia de enfermedad del Ébola de la historia siendo los países más afectados hasta ahora, Sierra Leona, Liberia, Nigeria y Guinea-Conakry que fue por donde se inició y se expandió la enfermedad.
         El 8 de agosto de este mismo año, la OMS ha considerado a la epidemia como una emergencia pública sanitaria a escala internacional recomendando medidas excepcionales para detener su expansión mundial tratando de prevenir una pandemia de proporciones imprevisibles y gravísimas. Este organismo sanitario internacional solicitaba a los países mayoritariamente afectados que declarasen la epidemia como una grave emergencia nacional, haciendo al mismo tiempo una llamada a la solidaridad internacional para la prevención, el control, la ayuda y la búsqueda de recursos médicos necesarios para frenar la imparable progresión del proceso que bien pudiera terminar con la vida de millones de seres humanos en todo el planeta. Hasta el momento se han contabilizado más de mil fallecidos por una epidemia que amenaza con expandirse ampliamente al no disponer de recursos preventivos ni curativos.
         Ante la agresividad del virus y la ausencia de vacuna y de un tratamiento específico y eficaz, la enfermedad ha sido clasificada en el nivel 4 de riesgo en su transmisión natural y en su elevada  mortandad. Esto ha hecho que el virus sea además catalogado por el Centro Para el Control y Prevención de Enfermedades como un agente para el bioterrorismo, dada su altísima peligrosidad como arma en la guerra biológica. Por sus características de eficacia en producir una rápida letalidad y por su fácil contagio sus consecuencias serían más mortíferas que cualquier arma convencional, incluidas las atómicas.
        
¿Hay curación para EVE?

                  El virus del Ébola, como muchos otros virus, no sólo no tiene cura sino que no existe ningún tratamiento específico que amortigüe sus efectos y mejore las expectativas de vida de quien lo sufre. En la actualidad sólo existe un tratamiento de mantenimiento y soporte a base de terapias generales que minimizan alguno de sus síntomas, con rehidratación parenteral, antitérmicos, analgésicos, antieméticos y antidiarreicos, soporte cardiopulmonar y de medicina intensiva, haciendo especial énfasis en el aislamiento del paciente y en la protección de los profesionales de la salud, cuidando al extremo el contacto directo con el paciente, sus secreciones y fluidos corporales, dada la alta contagiosidad.        
         En el Congreso Internacional de Botánica de 1998 se anunció que un extracto de la Garcinia Kola, un árbol del África occidental utilizado por curanderos locales en la curación de otras enfermedades, detenía el crecimiento del virus en pruebas de laboratorio. A pesar de ello y a fecha de hoy, aún no se han realizado pruebas con animales o seres humanos. Nadie se explica por qué no se ha seguido con esta estimulante línea de investigación médica cuyos resultados iniciales in vitro han dado resultados esperanzadores. Varios centros científicos en EEUU, Canadá y algunos países europeos investigan la rápida fabricación de una vacuna eficaz así como alternativas terapéuticas que frenen el progreso de la enfermedad y su grave sintomatología.
         La OMS hace un seguimiento continuo de la epidemia y su rápida expansión facilitando documentos orientativos para su prevención. Al no existir una vacuna para animales o seres humanos se recomienda evitar el contagio mediante una higiene máxima, extremando al mismo tiempo las medidas cautelares en el flujo transfronterizo de sujetos provenientes de zonas de alto riesgo así como la movilización entre granjas de animales sospechosos o su venta en mercados.
         Para los interesados en ampliar la información sobre la EVE y sus consecuencias he efectuado una puesta al día en la monografía CONEJILLOS DE INDIASdisponible en amazon.es
        



         

lunes, 11 de agosto de 2014

"El divorcio de Adán y Eva"






5.0 de un máximo de 5 estrellas
 El primer día del resto de mi vida 15 de abril de 2014
Un comentario de  Pedro J. Guirao sobre "El divorcio de Adán y Eva"
Formato:Versión Kindle|Compra verificada
¿Un titular exagerado?, yo creo que no. Intentaré explicarme.

Comenzar con la frase de Botho Strauss fue como dejarme enganchar por uno de esos anzuelos diseñados para impedir la pérdida de una captura. Lo que inicié como el primer encuentro de prueba con un autor, se convirtió en la necesidad de continuar experimentando las sensaciones que me transmitía página a página este libro hasta su conclusión. Mi percepción entonces fue que estaba ante una obra excelente pero, al tiempo, tuve la impresión de haberme perdido detalles y sensaciones por haber pasado demasiado rápido por sus páginas. Dejé entonces pasar día y medio para el reposo y la sedimentación de lo leído y repetí su lectura asombrado de nuevo por la profundidad de los diferentes perfiles psicológicos y por el recorrido exhaustivo por cada una de esas etapas que "devastan el subconsciente y resucitan la angustia". Repetí deliberadamente la experiencia de vivir el problema no solo desde el ángulo de los hechos externos, sino también desde el del pensamiento individual que los provoca. Reviví una sutil manera de comunicar que provoca mis reacciones más diversas, entre ellas, la más sorprendente, conocer por vez primera una especie de mínimo germen femenino en mí, al percibir que en un par de ocasiones el texto se emborronó impidiéndole temporalmente la lectura a quien siempre se ha vanagloriado de no haber derramado una sola lágrima con ninguno de los famosos dramas lacrimógenos que pueblan el cine. Ha sido la primera vez, es sintomático, que me descubro así. Es cierto lo que dicen sobre que “El divorcio de Adán y Eva” pone al lector ante el precipicio de su propia vida, y yo he dejado definitivamente de ser un tolmo insensible.

http://mybook.to/el-divorcio-de-adan-y-eva 


martes, 5 de agosto de 2014

Jorge Charlan comenta sobre "El Declive"



Un comentario de Jorge Charlan sobre "El Declive"

He leído esta novela de José Luis Palma y le he dado 5 estrellas…

Esta opinión es de: EL DECLIVE (Versión Kindle) 
5 de agosto de 2014 
Por Jorge Charlan - Ver todas las opiniones
(TOP 500 COMENTARISTAS) 

armonia, elegancia, sobriedad, estilo,

Es la enésima novela que leo de Jose Luis Palma, un autor nada convencional, que narra fabulosamente, que te hace sentir, que te emociona, que te hace vibrar.

Lo de menos es el argumento, lo de más la forma de contarlo, cómo sumerge al lector en la historia de cuatro personajes en la que queda patente la fortaleza, pulsiones y motivaciones de los mismos, y sobre todo la forma de zambullirse en una historia de sentimientos, de impulsos, de personas.

La prosa de este autor es soberbia, elegante por los cuatro costados, con una excepcional altura de miras y una diseccion psicológica de personajes, sin par. No es grandilocuente, no es fatuo, es sencillo, bello y hermoso. A mi me llega , no puedo dejar de leerlo, porque no puedo dejar de sentir, y lo leo en apenas 24 horas.



Cuando algo te llega, te emociona, quedan las vibraciones, las sensaciones, el regusto agridulce de la historia y sobran las palabras. Siento no poder ser mas elocuente.

“El DECLIVE” http://viewBook.at/B00C45HUPW

Comentario del autor: No hay nada que comentar.


domingo, 20 de julio de 2014

Eva y la menstruación

Se dice en el Génesis (2:5) que fue Eva la que en el Jardín del Edén convenció a Adán para que, contraviniendo las órdenes del Creador, probara la manzana prohibida que le ofrecía la serpiente. Buscaban con ello hacerse tan poderosos como Dios y así gobernar el Universo. Tenían permitido comer los frutos de todos los árboles, en especial los del "árbol de la vida" pero no los del "árbol de la ciencia" y mire usted por donde, la tentación diabólica en forma de serpiente les hizo caer en la desobediencia divina.

Cometido aquel primer pecado original, la espada justiciera de un ángel los arrojó del Paraíso pero, de inmediato, Dios Magnánimo, compadecido del sufrimiento de sus dos primeras criaturas humanas, les ofreció a  cambio del perdón un peculiar modo de redención. A Adán lo sentenció a “trabajar la tierra y ganarse el pan con el sudor de su frente”. Fue más duro con Eva a la que habló de esta forma: “Parirás a tu hijos con dolor y pagarás con sangre tu afrenta”.

Adán, varón domado como todos sus descendientes, no dijo nada y la acató con resignación pero la astuta Eva aun tuvo la osadía de negociar con Dios el pago aplazado de esa deuda.

El Creador hizo un cálculo rápido de la propuesta de la mujer y concluyó que si el cuerpo de Eva contenía unos cinco litros de sangre de los que tendría que obtener un rédito suficiente, tendría que exigirle, al menos durante treinta años, unos “pagos periódicos” de unos cien mililitros con lo que las más de 350 "donaciones" que Eva tendría durante ese período serían suficientes para pagar holgadamente y con intereses el pago aplazado de su insolencia.


Dios y la mujer llegaron rápidamente a un pacto, y así, de esa manera tan divinamente astuta, fue como el Creador impuso a Eva y a todas sus hijas el tributo de la periódica menstruación que desde los lejanos tiempos del perdido Paraíso viene reproduciéndose en cada hembra con cada ciclo lunar.

También cuenta la tradición oral que tras los nacimientos de Caín y Abel y porque su nuevo paraíso ya no era lo que fue, Adán y Eva acabaron divorciándose, un mal ejemplo que luego han seguido, desgraciadamente,  muchos de sus descendientes. 


domingo, 15 de junio de 2014

Paul Preston: The Spanish Patient

Para los interesados en el relato directo de algunos acontecimientos históricos reproduzco un texto (en inglés) del historiador hispanista Paul Preston a propósito de la agonía y muerte del General Franco, con algunas referencias al libro que publiqué sobre estos hechos bajo el título: "El paciente de El Pardo"

Paul Preston.  The Spanish Patient
                 José Luis Palma Gámiz, El paciente de El Pardo (Madrid: Rey Lear, 2004)

          
Paul Preston
 
From the late 1950s, General Franco took an increasingly passive role in daily political affairs, reverting to a watchful role, dejando hacer a sus ministros.  Hunting, shooting, fishing and watching cinema and later television occupied much of the time left over from interminable audiences both civilian and military.  Years of investment in terror was still bringing its returns in terms of the fear that inhibited much of the opposition.  That combined with a large security apparatus ensured that he had little reason to think that his rule was threatened.  The only area in which it can be said that his attention was fully engaged was with regard to the succession.  He had pursued a slow strategy in the Civil War and engaged in a massive repression thereafter precisely in order to guarantee that his regime would last for a very long time.  Not for Franco the thousand-year Reich of Adolf Hitler – the Caudillo dreamed rather of an eternal regime.

            By the late 1950s, his closest comrades and advisers, especially General Camilo Alonso Vega and Admiral Luis Carrero Blanco, began to urge him with increasing vehemence to make arrangements for the succession.  To some extent, he had already done so in 1947 with the Ley de Sucesión which had declared Spain to be a monarchy without a king, Franco to be regent for life and granted him the power to appoint his own royal successor.  Now, to make a choice meant recognising his own mortality and so Franco did so with crab-like slowness.  The road that he took was to instruct the relevant functionaries to draft further constitutional laws that would bind the eventual successor and prevent him from changing the regime.  Thus, when Franco pronounced the now famous words ‘todo está atado y bien atado’, he might as well have said ‘mi sucesor está atado y bien atado’.

            However, his eventual choice, of Juan Carlos de Borbon, ensured that many of the Caudillo’s more extreme followers did not share his confidence that the designated successor’s oath of loyalty to the Fundamental Laws and institutions of the Movimiento would guarantee the survival of the regime unchanged.  As time passed, and signs of the dictator’s mortality became ever more unmistakable, a kind of fearful paranoia took hold of the hard-liners who were known collectively as the ‘bunker’ and most particularly of those who felt most vulnerable, the dictator’s own inner circle, his wife, his son-in-law Cristobal Martinez-Bordiu and others of the so-called ‘camarilla de El Pardo’.  Suspicious of Juan Carlos’s possible democratic intentions, both Doña Carmen and her son-in-law hoped to see him replaced as successor Alfonso de Borbón Dampierre who was married to Cristóbal’s daughter María del Carmen.  Some months before the dictator’s final agony, Cristóbal in a Madrid restaurant had toasted his daughter and Alfonso as ‘el futuro Rey Don Alfonso XIV y la princesa más bella de Europa’.[i]  When Franco’s first really serious illness afflicted him in the summer of 1974, his delegation of his powers to his successor was all too brief, something that reflected those fears.  Even more so, the near terror of the Francoist hierarchy was exposed during one of the most remarkable episodes of the dictatorship – the Caudillo’s final illness in the autumn of 1975, when he was kept alive despite intense suffering, despite the please of his daughter that he be left to die in peace and despite the certainty that all the efforts to keep him alive were in vain.

            The most trustworthy reconstructions of that bizarre and fateful episode in recent Spanish history have come from the pens of doctors – from that most humane of those who looked after Franco, Dr Vicente Pozuelo in his book, Los 476 últimos días de Franco (Barcelona: Planeta, 1980), from the most loyal of his retainers, Dr Vicente Gil in his book Cuarenta años junto a Franco (Barcelona: Planeta, 1981), and from the great surgeon, Manuel Hidalgo Huerta in his book Cómo y porqué operé a Franco (Madrid: Editorial Garsi, 1976).  And now there arrives one of the most interesting of all, from the youngest of the members of what came to be known as the equipo medico habitual, the thirty-eight specialists in different fields who attended Franco during the five weeks of his final agony.  At the time, José Luis Palma Gámiz was a thirty-one year-old cardiologist and precisely because of that relative youth, his fascinating book provides a fresher vision, respectful of all the protagonists of his story, but unencumbered by the reverence for Franco that pervades the pages of Pozuelo, Gil and Hidalgo Huerta.  His book is also remarkable for the clarity and realism with which it is written.  He also brings into his story not only the dictator’s family but also characters often forgotten, such as Juanito, Franco’s faithful ayuda de camara (batman), or Nani and Lina, his nurses since his thrombo-phlebetis of 1974.  Lina was a lively and witty brunette from Ceuta and Nani, a gallega from Santiago de Compostela.  Franco was utterly bewitched by her and she was devoted to him, acting like an over-indulgent mother, spoiling him and calling him ‘churriño’ and ‘mi rey’.[ii]

http://viewBook.at/B00865VZXM 
It was exposure to the stabbing autumn winds of Madrid when a frail Franco addressed a huge crowd in the Plaza de Oriente on 1 October 1975 that set off the escalation of medical crises which ended in his death fifty-one days later.  His son-in-law was keen that the dictator maintain his political presence, commenting, on 13 October, to a colleague who asked after his health that he was ‘como un toro’.  Yet only the day before at the closing of a function at the Instituto de Cultura Hispánica, television viewers had seen an emaciated Franco struggling without success to rise from his chair.[iii]  After a day of nose-blowing on 14 October and other symptoms of influenza, the first signs of the crisis to come emerged in the early hours of the morning of 15 October.  In Dr Palma’s evocative phrase ‘A esas horas, todo el palacio de El Pardo, como es costumbre desde hace cuarenta años, esta en silencio y a oscuras’.   Franco awoke in a cold sweat with pains in his chest, shoulders and left arm: he had suffered a heart attack but insisted that he was merely suffering indigestion.  When the cardiologist Vital Aza read his electrocardiogram and diagnosed acute infarct, he was appalled to discover that Franco had refused to suspend his work programme, holding eleven formal audiences on Thursday 16 October and watching films in the evening.  Deeply preoccupied by what this might mean, Cristobal was reluctant to believe Dr Aza.   Against the advice of Aza, Pozuelo and other doctors, Franco insisted on chairing a cabinet meeting on Friday 17 October.[iv] 
"Les médecins du Caudillo" según un periódico francés de la época

He refused to have the ministers come to his bedroom or to go to the meeting in a wheelchair.  His alarmed doctors conceded only on condition that he wore electrodes connected to a heart-monitor which had been brought from the Ciudad Sanitaria La Paz.  During the session, his condition was worsened by news of the Moroccan ‘green march’ on Spanish Sahara.  Leaving aside such ‘disobedience’ when he gave higher priority to duties of state, Franco was regarded by all of his doctors as an ideal patient, deferential and uncomplaining in the face of physical pain.

            On Saturday 18 October, Franco got up and worked in his study for the last time, probably writing his last will and testament with the aid of his daughter Carmen.  On Sunday 19 October, he heard mass and took communion.  Later, with Dr Palma, he watched the televised match in which Atlético de Madrid beat Barcelona 3-0.  Palma disliked having to sleep over in El Pardo because at night it was in total darkness as a result of Franco’s orders that lights be switched off to save energy.  At 11 p.m. on the night of 20 October, the dictator called the nurse Lina to complain of chest pains, cold sweats and vomiting.  He had another heart attack.  Although his sheets were soaked with sweat and vomit, no one knew how to get access to the linen room (almacén de lencería) to change them because, said one of the staff, ‘en cuarenta años en esta casa nunca se ha molestado a nadie después del toque de retreta’. 
Primero de una larga serie de confusos partes médicos 

Although Franco was able to watch a film on Wednesday 22 October, his condition had begun to deteriorate badly.  As a result of his heart not pumping fully, there were signs of fluid on his lungs and serious renal difficulties.  Unable to sleep, he complained of fierce pains in the shoulders and the lumbar region.  He had had a third heart attack.  His death was accidentally announced on ABC News in Washington and in several European capitals.  Spasms of terror ran through the upper reaches of the Francoist political class, fearful that the Dictator would take their privileges with him to the grave.  The majority of the doctors who were now part of the ever-growing medical team believed that daily reports about the Caudillo’s progress should be issued, but what Dr Palma calls ‘los oscuros intereses de algunos’ worked to keep the reality of the Caudillo’s situation hidden from the Spanish people.  Cristóbal Martínez-Bordiu reluctantly agreed but insisted that the reports should use highly technical circumlocutions such as ‘insuficiencia coronaria con zona eléctricamente inactivable’ instead of ‘massive infarct’.  On various occasions, senior Francoists would urge the doctors ‘que hiciéramos médicamente lo imposible por mantener al dictador sentado en su poltrona para toda la eternidad’.  In contrast, Franco’s wife and daughter were concerned only that he did not suffer unnecessarily.[v]

On 24 October, Dr Palma was invited to take lunch with the family.  He was deeply impressed by the quality of the wine served and amused by Doña Carmen’s chatter about ‘Adolfo’ (Hitler) and ‘Benito’ (Mussolini).  Before lunch was over, Palma was called urgently to Franco’s bedside.  His face twisted with pain, soaked in icy sweat, he was throwing himself about the bed.  He had suffered a brutal bout of ‘cardiac insufficiency’.  It was a reflection of his intense pain that his diastolic pressure briefly rose to 22.  More specialists were added to the medical team as dental problems flared up and he began also to suffer abdominal distension as a result of stomach haemorrhage.  It was quickly to become apparent that the sheer variety of Franco’s problems was causing conflicts between both his various medications and his various specialists.  The neurosurgeon, Sixto Obrador Alcalde suggested that the gastric haemorrhages were the consequence of medication.  Certainly heparin given intravenously to thin the blood, partly because of his thrombo-phlebetis and also to facilitate the transfusions, exacerbated bleeding from ulceration while morphine given to ease his pain paralysed normal gastric function.  When his dental specialist, Dr Juan Jose Iveas Serna, was called, he noticed specks of blood in his sputum and commented to Dr Obrador that this surely meant that Franco had pneumonia.  Obrador agreed but advised him ‘Tú vete a lo tuyo y no te metas en camisa de once varas que aquí cada cual hace lo mismo, nadie quiere comprometerse ni quedar a mal con nadie’. (‘Just stick to your own speciality and don’t stick your nose in other people’s business because that’s what we’re all doing here.  No one wants to take a stand or upset anyone.’)  Even in the benevolent account of Dr Pozuelo, it is clear that no one wanted to take responsibility.[vi] 

On Sunday 26 October, after a further internal haemorrhage.  The gloomy medical report issued on 28 October led to the widespread assumption that the end was nigh and several radio stations played suitably lugubrious music.  By 29 October, he was receiving almost continuous blood transfusions.  Throughout this time, he was in acute pain.  In his green striped pyjamas, he seemed to Dr Palma to be like a prisoner, ‘un viejo indefenso y doliente que reclamaba ayuda desde el fondo oscuro de sus angustiados ojos’.  Understandable compassion for their patient saw Palma and others of the medical team affected by a kind of Stockholm syndrome which lead them to shelve any hostility they might have felt towards the dictator.[vii] 
Dres C. Martínez-Bordiú y JL Palma

By 30 October, there were signs of peritonitis.  On being told of the heart attacks and the serious intestinal complications, concerned that Spain had no effective head of state, Franco called for the implementation of Article 11of the Ley de Sucesion.   This was the situation that Cristobal Martínez Bordiu, had dreaded.  The Caudillo’s dentist, Dr Juan José Iveas Serna, told a colleague, Dr Julio González Iglesias, of his conviction that the decision to keep Franco in El Pardo was made by Cristobal Martínez Bordiu.  If that was the case, it must have been because he did not want the Spanish public to realise the gravity of his father-in-law’s illness and hoped thereby to control the situation.  According to Iveas Serna, the yernísimo’s ‘intervenciones en las enfermedades del Caudillo no pudieron ser más nefastas y disparatadas’.[viii]   Now, Cristóbal and the president of the council of ministers, Carlos Arias Navarro, thrown together in alliance, hoped to get Juan Carlos to accept an interim position, as he had reluctantly done a year previously, but now he refused.  Franco was no longer Head of State.  Sections of the press began to build up the image of Juan Carlos and to talk of Franco in the past tense.  The determination of the El Pardo entourage to keep Franco alive despite his intense suffering was not unrelated to the fact that the term of office of Alejandro Rodríguez Valcárcel as President of the Consejo del Reino and of the Cortes was due to end on 26 November.  If Franco could recover sufficiently to renew Rodríguez Valcárcel’s mandate, the clique would have a key man in a position to ensure that the president of the council of ministers chosen by Juan Carlos would be ‘reliable’.[ix] 
By the night of Sunday 2 November, Franco’s intestinal haemorrhage was intensifying.  The bed, the carpet and a nearby wall were soaked in blood.  Despite considerable sedation, the dictator was suffering appalling agony.  Dr Pozuelo extracted from his pharynx ‘un coagulo como un puño’ (a blood clot the size of a fist), which indicated that a major blood vessel was perforated.  However, the use of coagulants to stem the bleeding was not possible precisely because his heart condition required anticoagulants to thin the blood and assist its flow.  In the late afternoon of 3 November, the scale of the haemorrhage was such that Franco was losing blood both rectally and orally faster than it could be transfused and the vomiting of blood was severely affecting his respiration.  The medical team believed that, without aggressive intervention, Franco might die at any moment.  Dr Hidalgo Huerta, by his own account, thought there was very little that could be done.  However, faced by intense pressure from the Caudillo’s son-in-law and with little optimism, he said that ‘la única posibilidad, aunque muy remota, es intentar una operación, aun teniendo un diagnóstico incierto, y ver si podíamos hacer algo sin quedarnos de brazos cruzados viendo morir a un hombre en el impresionante dramatismo  de una hemorragia cataclísmica’.  However, apart from Cristóbal Martínez-Bordiu, Dr Hidalgo Huerta and the anaesthetist Roberto Llauradó Sabe, among the other members of the equipo médico ‘la opinión reinante era abstencionista’.   Even Dr Hidalgo Huerta had grave doubts about trying an emergency operation because oedema (swelling) of his neck, upper arms and chest led him to suspect that there had been a massive thrombosis of the superior vena cava.[x] 

At this point, Hidalgo Huerta informed both Juan Carlos and Arias Navarro that Franco’s death was imminent and the Caudillo’s chaplain, Father José María Bulart, led prayers at his bedside.  However, Cristobal Martinez Bordiu intervened once more, saying that he had sat Franco up in bed and noted that the oedema of his upper thorax had disappeared which signified that there was no thrombosis of the superior vena cava.  Opinion switched back in favour of an intervention.  With no time to get Franco to a properly equipped hospital, he was pushed on a trolley to an improvised operating theatre in the first-aid post of the guard at El Pardo, in the words of Dr Iveas Serna, ‘poco menos que en una cuadra y en condiciones tercermundistas’ and, in those of Dr Palma, ‘era como retrotraerse a la guerra del 14’.[xi]  A copious trail of blood marked his route.  Even at this stage, there were voices within the medical team opposed to a surgical intervention.  Hidalgo Huerta commented that if it were his own father, he would operate which seemed to convince the other members of the team.  Nevertheless, he then addressed them with the words ‘Yo opero si vosotros decís que opere.  Pero, de ninguna forma, cargo solo con la responsabilidad’.  In the course of a three-hour operation, from 9.30 p.m. to 00.30 a.m., supervised by Dr Hidalgo Huerta, the medical team discovered a blood clot weighing two kilos and the ulcers which had opened an artery.  In the course of the operation, Father Bulart gave him extreme unction.  Nine litres of blood had been transfused and the ulcerations sutured.  Franco survived the operation but was now found to be suffering severe vascular congestion and uraemia (a morbid condition of the blood due to the retention of urinary matter normally eliminated by the kidneys).  This renal failure was probably caused by tiny clots gathering at the kidneys as a result of the weakness of his heart combined with the scale of the transfusions.  He now had to have constant dialysis.  By Friday 7 November, the gastric haemorrhages had begun again and it was proposed by Pozuelo that Franco be moved to a properly equipped hospital, the Ciudad Sanitaria La Paz.  When Pozuelo informed him, Franco said ‘No me deje’.  In the afternoon of a cold and wet autumn day, he was taken there in a military ambulance.[xii]

Franco was wheeled directly to an operating theatre, with both the uraemia and gastric ulceration intensifying, at 5.30 p.m., another intervention began.  It lasted four and a half hours, required the transfusion of five and a half litres of blood and saw two thirds of his stomach removed with a view to reducing the amount of gastric wall subject to ulceration.  Dr Hidalgo was considerably more optimistic after this second operation than he had been after the first because of the positive reaction of Franco.[xiii]  However, over the next two days, it became evident that the Caudillo’s renal function was worsening ing and he was having breathing difficulties.  By Wednesday 12 November, there were further gastric haemorrhages and blood was seeping into his bronchial tree.  The possibilities of alleviating his condition were now virtually non-existent without what the increasingly pessimistic Dr Hidalgo Huerta called a ‘tremenda mutilación’.  Thereafter, Franco was kept alive by a massive panoply of life-support machines, regaining consciousness occasionally to murmur ‘qué duro es morir’.   Vicente Gil visited him and won no friends by commenting ‘Es que un hombre que esta soportando con una dignidad tan ejemplar esta agonía, porque es increíble lo que le están haciendo soportar, pienso que debería morir con la dignidad que le ha caracterizado siempre.  Con la dignidad de un hombre’.[xiv] 

By Friday 14 November, the Caudillo took a dramatic turn for the worse.  He needed a ventilator to assist his breathing and his white cells began to increase.  Then, the sutures from his previous operation burst and a further massive haemorrhage began.  His blood pressure plummeted.  Franco’s stomach was massively distended as a result of the peritonitis and the doctors proceeded to an intestinal puncture and a peritoneal lavage which revealed corrosive intestinal liquids in the peritoneal cavity.  A third operation at 4.00 o’clock began in the afternoon to re-suture his stomach and also to insert a number of drainage tubes to extract liquid from his abdomen.  Thereafter, Hidalgo Huerta’s team remained deeply pessimistic, convinced now that they had reached the limit of surgical possibilities.  For two days, Franco’s condition remained stable and they began to hope.  However, at 10 p.m. on Monday 17 November, another massive intestinal haemorrhage began which resisted all efforts to stem it until 6.00 a.m. on Tuesday morning, by which time Franco had been given a further three litres of blood.  In the course of the day, his breathing faltered and his blood pressure remained low.[xv]

The hospital was besieged by journalists.  Enormous sums were offered for photographs of the dying dictator.  Dr Pozuelo indignantly rejected fabulous offers only to discover later that the Marqués de Villaverde had already made full use of his own camera.  In fact, given the security arrangements, he was the only person who could have done so and he did so openly, despite the protests of Dr Palma.[xvi]  Franco was alive but only just, barely conscious, and entirely dependent on the complex life-support machinery.  Cristóbal Martinez-Bordiu asked Hidalgo Huerta one last time ‘¿crees que puede hacerse algo más?’  Hidalgo Huerta refused to operate yet again.  As a last resort, Cristóbal Martínez-Bordiu and Vital Aza continued treating the Caudillo with antibiotics and sulphonamides.  Finally accepting that it was to no avail, Cristóbal obliged the other members of the team to leave.  The Caudillo’s daughter Nenuca insisted that he be allowed to die in peace.  At 11.15 p.m. on 19 November, the various tubes connecting him to the machines were removed.  Although his son-in-law initially agreed, according to Pilar Cernuda, citing the diary of one of Franco’s military aides, Lieutenant-Colonel Antonio Galbís, pressure from the Caudillo’s military staff, Alfonso de Borbón Dampierre and some of the doctors saw the initial order to cease treatment rescinded.  The final crisis began in the early hours of the morning of 20 November.  Despite frantic efforts at resuscitation, by 3.30 a.m. Franco was dead.  However, loath to give up, Villaverde urged Vital Aza to give Franco a last heart massage.  It was in vain.  He probably died shortly afterwards.  The official time of death was given as 5.25 a.m. on 20 November 1975, the official cause as endotoxic shock brought about by acute bacterial peritonitis, renal failure, bronco-pneumonia, cardiac arrest, stomach ulcers, thrombo-phlebitis and Parkinson’s disease.  The embalmers could begin their work.[xvii]

http://ocio.elcorteingles.es/libros/libro/el-paciente-de-el-pardo-pdf-9788483260906


[i] José Luis Palma Gámiz, El paciente de El Pardo (Madrid: Rey Lear, 2004) p.64.
[ii] Palma Gámiz, El paciente, p.44.
[iii] Palma Gámiz, El paciente, p.55.
[iv] Palma Gámiz, El paciente, pp.19, 59-60, 68-78.
[v] Palma Gámiz, El paciente, pp.108-21, 135-6.
[vi] Palma Gámiz, El paciente, pp.124-30; Dr Vicente Pozuelo, Los 476 últimos días de Franco (Barcelona: Planeta, 1980) pp.227-9; Julio González Iglesias, Los dientes de Franco (Madrid: Editorial Fénix, 1996) p.393.
[vii] Palma Gámiz, El paciente, p.31.
[viii] González Iglesias, Los dientes, pp.366-9.
[ix] Arriba, 14, 18 November 1975; Javier Figuero & Luis Herrero, La muerte de Franco jamas contada (Barcelona: Editorial Planeta, 1985) pp.35-6, 50-1.
[x]  Manuel Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé a Franco (Madrid: Editorial Garsi, 1976) pp.19-24; Pozuelo, Los 476 últimos días, pp.231-4.
[xi] González Iglesias, Los dientes, p.366; Palma Gámiz, El paciente, p.146-8.
[xii] Pozuelo, Los 476 últimos días, pp.234-6; Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé, pp.26-4; Palma Gámiz, El paciente, pp.149-68.
[xiii] Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé, pp.48-55; Palma Gámiz, El paciente, pp.171-5.
[xiv] Dr Vicente Gil, Cuarenta años junto a Franco (Barcelona: Planeta, 1981) p.212; Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé, pp.55-8; Palma Gámiz, El paciente, pp.176-81.
[xv] Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé, pp.59-68; Pozuelo, Los 476 últimos días, pp.238-41; Palma Gámiz, El paciente, pp.182-5.
[xvi] According to Jaime Peñafiel, El General y su tropa (Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1992) pp.29-35; Pedro J.Ramírez, El año que murió Franco (Barcelona: Plaza y Janés, 1985) p.255; Palma Gámiz, El paciente, pp.187-92.
[xvii] Arriba, 20 November 1975; Ya, 20 November 1975; Pozuelo, Los 476 últimos días, pp.224-41; Hidalgo Huerta, Cómo y porqué operé, pp.68-70; Figuero & Herrero, La muerte, pp.102-12; Luis Herrero, El ocaso del régimen. Del asesinato de Carrero a la muerte de Franco (Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1995) pp.274-80; Pilar Cernuda, 30 días de noviembre. El mes que cambió la historia de España (Barcelona: Editorial Planeta, 2000) pp.133-40; Palma Gámiz, El paciente, pp.205-12.